Accidente de tráfico
Publicado en la revista MESALUT el mes de mayo de 2014.
Hace 4 años sufrí un accidente de tráfico. Tuve una contusión lateral en el cráneo provocada por el choque de la cabeza contra la ventana. Siguiendo todo el protocolo que marca nuestro sistema de Seguridad Social, el dolor cervical, craneal y malestar en general, no disminuyó a pesar de seguir un programa diario de recuperación.
El resultado de las pruebas diagnósticas se encaminaban hacia un esguince cervical, por lo tanto, la recuperación consistía en una aplicación de calor, tres veces por semana, más la ayuda de un collar cervical. Pasados los meses de recuperación me dan el alta. Pero mi estado general no era bueno. Cuando me levantaba por las mañanas siempre me sentía mareada, incluso con ganas de vomitar. A menudo sufría dolores de cabeza. Mi concentración se veía dificultada. Hace dos años, una mañana al intentar levantarme, me sentí como si mi cuello ya no formara parte de mí, lo único que me lo hizo creer era el dolor tan intenso que me invadía. Mi madre al intentar levantarme para llevarme al médico, se asustó mucho ya que mi cabeza no se aguantaba y no paraba de vomitar. Entonces tuvimos que avisar al servicio de urgencias.
A partir de ahí fue una inquietud constante de incertidumbre, cada vez que me visitaba un médico diferente, durante la semana de hospitalización, su diagnóstico cambiaba. Incluso nos dijeron que la solución sería quirúrgica ya que veían una subluxación cervical, y como consecuencia no podría hacer nunca más danza.
Mientras estuve hospitalizada tuve que tomar fármacos como: Valium, Voltaren y Heparina, teniendo en cuenta que tan sólo tenía 12 años.
Una vez dad el alta, el dolor cervical aún lo tenía constantemente y eso me obligaba a llevar collar, y a hacer relajantes sesiones de «recuperación».
¿Qué te llevó a pedir por esta terapia?
Mi familia y yo, no conocíamos el mundo de la osteopatía, y como dice el refrán «Quien tiene mal busca el remedio». Descubrimos por casualidad un centro de osteopatía cerca de casa.
En el momento que el osteópata informa de mi caso haciendo mi anamnesis y revisando todas las pruebas diagnósticas nos tranquiliza de una forma efectiva y afectiva.
En primer lugar nos dio una explicación lógica. Él veía un desplazamiento o subluxación de la C1-C2 en el lado derecho. Era lógico el desplazamiento del lado derecho de la C1 debido al mecanismo lesional, ya que el cráneo impactó lateralmente a la derecha. Según nos explicó, el desplazamiento del Atlas a la derecha provoca una afectación de los nervios espinal y «vago» (o neumogástrico). Este último da inervación a las vísceras y todo el sistema digestivo y forma parte del sistema nervioso autónomo (latir el corazón, respirar …). Por su parte el nervio espinal, como inervación motora, influye sobre el trapecio superior y sobre el esterno-cleidomastoideo.
En definitiva, todo esto era lo que me provocaba este malestar. La vértebra Atlas estaba desplazada a la derecha y esto producía una mala circulación del riego sanguíneo, un aplastamiento de músculo-ligamentos-tendones y, como consecuencia, una sensación de mal estar general.
El tratamiento que el osteópata me aplicó fue el de la osteopatía articular, dedicada a recuperar la movilidad articular y posicionar el Atlas más centrado (ya que éste había hecho un desplazamiento traumático en el lado derecho).
Una vez hecho este tipo de tratamiento, tuve que complementarlo con masajes y con la técnica de RPG (reeducación postural global), ya que mis cervicales llevaban mucho tiempo en mal estado y como consecuencia el resto de la espalda y de mi cuerpo habían modificado y alterado su postura y había que volver a ponerlo todo en su sitio.
A la semana siguiente de haber realizado la primera sesión, mi vida ya volvía a ser prácticamente normal; podía volver a hacer danza, voley y deporte en general.
Esto me permitió encontrarme mejor, tanto física como psicológicamente.
Sin embargo, desde entonces cada 4 o 5 meses, voy al osteópata y al fisioterapeuta para reforzar toda aquella parte afectada que estuvo como «muerta» durante aquellos dos años. Según nos dijo el osteópata el cuerpo tiene una memoria de las lesiones vividas y puede volver a dar síntomas. Así que las sesiones que ahora hago son fundamentalmente preventivas.
¿Qué ha significado para ti haber encontrado Kine?
Lo que encontré en Kine es una forma de enfocar mi sufrimiento alejada de la farmacología y trabajando sobre la causa del problema. Supieron entender lo que me pasaba y poner fin a un trastorno que estaba durando demasiado.
La efectividad a nivel físico fue rápida. Y, como consecuencia, a nivel psicológico, después de haber pasado el largo camino que he explicado, fui recuperando el bienestar que necesitaba para enfrentar la vida con más energía y positividad.
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